Si hay algo que cambió radicalmente en los últimos años, es la forma en que nos conocemos, nos enamoramos y, muchas veces, nos desenamoramos. Antes, empezar una relación era un proceso lento, casi artesanal: cruzarse en algún lado, miradas tímidas, charlas intermitentes, la espera de que te llamen (o, si eras valiente, animarte a llamar vos). Desde la primera cita hasta que la relación se consolidaba podían pasar semanas, meses o incluso años. Hoy, en cambio, todo sucede en tiempo récord.
Con las redes sociales y las apps de citas, conocer gente nueva es más fácil que nunca. Un match, un par de mensajes y en cuestión de días (o incluso horas), ya podés estar compartiendo una cena con alguien que hasta ayer ni sabías que existía. Suena práctico, ¿no? Y en cierto punto, lo es. Pero como todo, tiene su lado positivo y su lado complicado.
Los pros: más opciones, más oportunidades
Uno de los beneficios más obvios de las redes sociales en el amor es la cantidad de posibilidades que te abren. Si antes estabas limitado a conocer gente en tu círculo social, el trabajo o los lugares que frecuentabas, ahora podés cruzarte con alguien que vive en otra ciudad, que tiene intereses similares y que, de otra manera, jamás hubieras conocido.
Además, las redes permiten romper ciertas barreras. Para muchas personas, acercarse a alguien en persona puede ser intimidante, pero detrás de una pantalla es más fácil animarse. Mandar un mensaje no tiene el mismo peso que caminar hasta alguien y hablarle en un bar. La timidez pierde poder y las conexiones pueden surgir con menos presión.
Otro punto a favor es que las redes te dan acceso a cierta "información previa" sobre la otra persona. No es lo mismo conocer a alguien sin contexto que hacerlo después de haber visto sus fotos, sus gustos, sus publicaciones. Podés saber un poco de su vida antes de dar el primer paso, lo que ahorra tiempo y reduce la posibilidad de llevarte grandes sorpresas (aunque, claro, también se presta para las falsas apariencias).
Las contras: velocidad, idealización y descarte fácil
Pero no todo es color de rosa. Si bien es cierto que las redes te facilitan conocer gente, también hacen que todo se desenlace demasiado rápido. Lo que antes llevaba semanas de misterio y construcción, hoy puede resolverse en un solo día.
El problema de la velocidad es que muchas veces nos salteamos etapas clave. No hay tiempo para el deseo, la incertidumbre o la emoción de esperar un mensaje. Todo pasa tan rápido que muchas veces las conexiones son superficiales, efímeras. Y si algo no nos convence, es más fácil descartar y seguir buscando que intentar construir algo con lo que ya tenemos.
Otro tema es la idealización. En redes, mostramos lo que queremos mostrar. Elegimos nuestras mejores fotos, compartimos los momentos más felices, pero la realidad es mucho más compleja que un perfil de Instagram. Muchas veces nos enamoramos de la versión online de alguien y, cuando conocemos a la persona real, la magia desaparece.
Y, por supuesto, está la cuestión de la saturación de opciones. Antes, si conocías a alguien que te gustaba, hacías el esfuerzo de conocerlo más a fondo. Ahora, si algo no fluye de inmediato, la tentación de abrir una app y ver qué más hay es enorme. La abundancia de opciones hace que muchas personas nunca terminen de comprometerse con nadie porque siempre hay una nueva posibilidad a la vuelta de la esquina.
El desafío de sostener una relación (y si realmente es necesario hacerlo)
Con todo esto en mente, la gran pregunta es: ¿vale la pena mantener una relación en estos tiempos de vínculos fugaces?
La respuesta, como siempre, depende de cada uno. El concepto de pareja está cambiando y ya no es un mandato. No todas las personas quieren lo mismo y no hay una única forma válida de vincularse. Hay quienes disfrutan de la estabilidad de una relación a largo plazo, y hay quienes prefieren conexiones más libres y espontáneas.
Lo que sí es un desafío, para quienes buscan construir algo sólido, es aprender a navegar esta era de inmediatez sin perder de vista lo que realmente quieren. Porque en un mundo donde todo parece reemplazable, sostener un vínculo requiere más esfuerzo que nunca.
Las redes te pueden dar un montón de oportunidades, pero al final del día, lo que importa no es cómo conociste a alguien, sino qué hacés con esa conexión. ¿La dejás fluir o te bajás en la primera curva? ¿Elegís construir algo o seguís buscando?
Es también interesante ver como el boom de las aplicaciones de citas también comienza su propio declive. Como se menciona en este artículo de Infobae, la propia aplicación, que supo ser la reina de las páginas de encuentros, está perdiendo usuarios de manera cada vez más acelerada.
El amor en tiempos de redes puede ser rápido, pero eso no significa que tenga que ser descartable. Depende de cada uno decidir hasta dónde quiere llegar.
Y vos, ¿qué pensás?
¿Tuviste experiencias amorosas en redes sociales? ¿Sentís que las relaciones son más difíciles de sostener hoy en día? ¡Te leo en los comentarios! 😊
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